Luego de un año y medio, y en medio de un escándalo, donde se incluye traiciones y mentiras, tal como lo manifiestan los propios protagonistas, Diego Armando Maradona, dejó de ser el entrenador de la selección nacional, y se da algo totalmente atinado, más allá de las formas, que no son para nada correctas.
Está bien que se haya ido Maradona, porque no tuvo un buen desempeño durante el mundial que se desarrolló en Sudáfrica hasta hace unos cuantos días atrás, donde el equipo fue de mayor a menor, terminado dejando una imagen muy negativa y preocupante, que lo único que hace es dar para pensar qué méritos vieron los dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino en el propinio diez de la selección para darle semejante cargo.
El propio Maradona, manifestó en un comunicado de prensa, que el presidente de la AFA; Julio Grondona, le dijo que estaba satisfecho con su trabajo, pero debía cambiar a parte de su cuerpo técnico, lo que el máximo dirigente de la casa del fútbol, reconoció que era verdad, en parte, aunque no dijo si también le pidió explicitamente que cambie a sus colaboradores.
Estas declaraciones, son claves, como todo lo que se dice en el vestuario de un partido porque ahí es cuando realmente se nota cuanto le importa al presidente el entrenador que tiene a su cargo, en los momentos malos, como una derrota en un mundial, y posterior eliminación,
Se puede decidir cambiar un entrenador, o mantenerlos, pero siempre hay que cuidar las formas algo que acá no se cuidó, bajo ningún concepto. Se maltratan unos y otros y se dicen cosas por detrás, y eso no es de buena gente.
Es hora de que se dejen de lado los egos y los orgullos y se piense de una vez por todas en la selección, porque al fin y al cabo es lo que cuenta y porque no se gana nada con semejante situación, más allá de cómo venga la mano.
Si se va a decir una cosa, debe cumplir, uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. pero las formas son fundamentales en todo trabajo, y el cargo de entrenador de la selección Argentina, no es la excepción.
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