Cuando hablamos de la mujer, podemos decir muchas cosas,
pero en realidad qué significa hablar de ellas? Porque no se trata sólo de un
ser humano, que también lo son, como cualquiera de nosotros, son mucho más. Las
podemos resumir en pocas palabras, como las siguientes:
v Valentia:
muchas de ellas, se animan a criar hijos, sin la presencia de un hombre de
verdad, producto de lo insensibles que muchas veces, aquellos que no nos
representan, tienen actitudes bestiales, como animarse a levantarles una mano,
algo totalmente reprochable y no digno de un ser humano.
v Fragilidad:
a una mujer, se la trata siempre con amor, con respeto, considerándola como lo
mejor que hay, como lo más valioso, porque eso es la mujer.
v Dulzura:
una dama, siempre tiene una cuota de dulzura, y eso se nota en la mirada, en
cómo tratan a los demás, sean mujeres o sean hombres.
v Humildad:
nunca una mujer se va a ver como lo que realmente es, hermosa, siempre se va a
sentir menos de lo que un verdadero hombre la ve, siempre la cuota de humildad,
a flor de piel.
Podríamos decir tantas cosas más, pero el mejor resumen es
el que hace Dios a través de La Biblia, que las ve cómo un “vaso fragil”, al
cual como hombres, tenemos la responsabilidad de cuidar, aunque muchas veces no
lo hacemos.
Deberíamos ser más agradecidos con ellas, y mimarlas un poco
más, valorarlas como lo que son, lo mejor que Dios ha creado, aunque muchas
veces no lo hacemos.
Dicen, que lo mejor, se guarda para el final, y Dios fue tan
sabio, que eso hizo, se guardó a la mujer, para el final, si nos ponemos a
revisar la creación, primero hizo todo lo demás, después al hombre y lo último
que hizo, antes de descansar, fue a la mujer.
Lo más lindo y lo más sublime que puede haber, depende de
nosotros como hombres, cuidarlas y valorarlas, ellas siempre están dispuestas.
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